Salimos de Tenerife, Barcelona, Ginebra y por fin estamos en Sharm. Sólo nos queda una hora en coche y llegamos a Dahab. Esta será nuestra casa durante el próximo mes y medio. Venimos a entrenar, tenemos una competición de profundidad, el Triple Depth, a finales de Junio.
Empezamos la rutina con unos entrenamientos suaves, exhalaciones pasivas para mejorar la flexibilidad pulmonar y estiramientos diarios por la mañana y la noche.
Santiago Jakas y yo, seguimos una rutina muy simple pero efectiva, una progresión en profundidad.
Ya el año pasado estaba entrenando sobre los 90 metros, por lo que mi objetivo, si mi mente y mi cuerpo me lo permiten, es llegar a los 100 metros, una profundidad mítica dentro de la comunidad de la apnea, que pocos en el mundo han logrado antes en la modalidad por excelencia de peso constante (descender y ascender aleteando sin ninguna ayuda externa).
Las dos primeras semanas son de adaptación y con una progresión lenta, el cuerpo debe acostumbrarse a la profundidad y el reflejo de inmersión cada vez debe ser más fuerte para adaptarse a buceos más largos y duros.
Una de las dificultades de las progresiones en profundidad, es que debes marcarte unos objetivos y tratar de no salirte de ellos, de los contrario es fácil caer en la frustración.
La mente tiene extraños comportamientos ante situaciones complejas, por lo que trata de buscar excusas para decidir no realizar el intento.
Ahí está el kit de la cuestión, ser suficientemente fuerte para hacer frente a los miedos y decidir continuar, siempre desde la seguridad de que lo puedes hacer sin engañarse ni sobrevalorar tus capacidades.
Estoy en los -90 metros y me encuentro bien, de hecho me encuentro mucho mejor que hace dos semanas cuando empezaba a hacer las primeras bajadas a 70 metros.
Primeras sensaciones
Mi cuerpo se ha adaptado bien a la profundidad, mis pulmones tienen una buena flexibilidad, la vasoconstricción es buena, noto como mi sangre migra desde mis extremidades y se concentra en mi caja torácica, la narcosis de profundidad ha ido desapareciendo a medida que ganaba profundidad y la mejora en las técnicas de compensación en profundidad me hacen pensar que mi límite aún está lejos.
Ahora me siento cómodo, pero sé que me queda una fase más dura todavía. Mejorar las marcas.
He de realizar inmersiones cada vez más largas si quiero llegar a los 100 metros.
En los -90 metros estoy tardando 3 minutos 20 segundos de media.
A partir de los -90 hacemos descompresiones con oxigeno puro en superficie o a 5 metros, para desaturar lo antes posible.
Una de las dificultades del entrenamiento es que debemos competir en las tres disciplinas de profundidad; peso constante, peso constante sin aletas e inmersión libre, lo que hace muy complicado poder entrenar todos las disciplinas en un período de tiempo corto.
Así que me centro en peso constante para reservar mis fuerzas para esta prueba y después de los entrenamientos realizamos bajadas en las siguientes disciplinas.
Pasamos los -90 metros
A partir de los -90 metros las cosas empiezan a complicarse en lo que a logística se refiere.
El Blue Hole, tiene una profundidad de -93 metros, por lo que hemos decidido salir fuera del arrecife para coger más profundidad.
Aquí las condiciones son diferentes, ya no nos encontramos bajo la protección del arrecife por lo que el oleaje suele ser fuerte, dado que el viento sopla fuerte de forma continua en Dahab, así como las corrientes en profundidad suelen aumentar.
El factor psicológico también afecta, pues aún sabiendo que estás preparado para hacerlo, las dudas e inseguridades sobre factores externos pueden mermar la capacidad del apneista.
Como mínimo debemos ser tres apneistas, uno para mantener la boya en posición y no derivar contra el arrecife y otro que realice la seguridad. Santiago Jakas y Mike Wells de Australia, son fundamentales en estos momentos, para darme confianza y apoyo en las siguientes bajadas.
Voy en progresión y ya estoy en los 95 metros, me siento muy cómodo y en alguna ocasión el buceo parece increíblemente fácil.
El cuerpo es increíble, se adapta de una forma sorprendente a ambientes desfavorables, pero con el entrenamientos sus adaptaciones cada vez son más fuertes, lo que produce una gran sensación confianza.
El gran reto de un entrenamiento en progresión, también recae en el descanso, es difícil planificarse, pues después una apnea profunda, el cuerpo y sobretodo las piernas debido al ácido láctico, al menos en mi caso, necesitan tiempo para descansar y recuperarse.
Así que ya llegó el día, hoy voy a hacer un entrenamiento a -100 metros, es simbólico, ya he bajado con anterioridad a -98 metros y me he encontrado bien, sé que puedo bajar 2 metros más, pero indudablemente sigue siendo un reto.
A los 3 minutos y 41 segundos rompo la superficie, con las piernas cansadas, pero con la seguridad que no estaba en mi límite, al menos no ese día.
He conseguido un objetivo importante, esto ya es para mí para siempre.
Se acerca la competición, y dado que la profundidad está limitada a -90 metros ya que se realiza en el Blue Hole, decidimos contratar a una empresa especializada en organizar récords nacionales y mundiales, y nos ponemos de acuerdo para intentar validar la marca.
La fecha a realizarse es el 18 de Junio.
Ya varios días antes, las previsiones meteorológicas no son buenas, pero confiamos que se puede bucear. Llevo varios días sin entrenar para reservar mis piernas para el día de la prueba. Ya tengo ganas de meterme en el agua.
Llega el Día
Llega el día 18 y las condiciones del mar son malísimas. Las olas superan los dos metros fuera del Blue Hole, por lo que irremediablemente se suspende el intento de récord.
En estos momentos tengo una sensación contradictoria, por un lado siento decepción por no poder realizar el intento, pero por otro lado una extraña sensación de alivio por tener que posponerlo.
No somos máquinas y aún queriendo algo con todas nuestras fuerzas, nuestra mente sigue sus caminos, descubriendo a sus pasos, miedos, inseguridades y desconfianza.
Cuando se practica un deporte extremo buscando el límite, sea escalada, alpinismo o apnea, nuestra mente trata de engañarnos excusándose en valores de supervivencia.
Al fin y al cabo, estar en apnea a -100 metros o escalando una pared vertical a 500 metros de altura, es una lucha contra la evolución que nos dice que salgamos de esa situación lo antes posible.
Nueva fecha
Finalmente el intento se pospone y proponemos una nueva fecha. El 21 de Junio parece que las condiciones van a cambiar.
Es sólo dos días antes de la competición y espero que esté recuperado para poder competir en las mejores condiciones.
Ahora se plantea otro reto, me quedan tres días para el intento, pero llevo tres días más sin entrenar en profundidad, así que debo decidir si entrenar algo más o me reservo para el día 21.
Al día siguiente decido ir al Blue Hole, aquí ya están todos los apneistas españoles que formamos el grupo, entrenando para la competición.
En paralelo, Santi y yo, seguimos con nuestro entrenamiento.
Hoy quiero hacer inmersión libre, coger profundidad pero sin gastar mis piernas. Bajo a -85 metros sólo con la propulsión de mis manos por el cabo.
Tardo 3 minutos 30 segundos y me encuentro fantástico. Tenía ciertas dudas de si mi reflejo de inmersión seguiría tan fuerte como hace unos días, lo que me da una gran sensación de confianza y preparado para el reto. Ahora sí, descanso hasta el día 21.
Son las 7 de la mañana y como siempre nos levantamos para hacer estiramientos durante una hora.
La hora de la inmersión es a las 14 horas, por lo que me queda un buen rato de espera. Particularmente prefiero hacer apnea pronto por la mañana, mi ritmo cardíaco es más bajo, el mundo parece más tranquilo y me siento menos pesado tras un desayuno ligero.
A las 13 horas llega Ashod, apneista egipcio, para recogernos con su jeep, conmigo están Santiago Jakas, Carolina González y Eli González.
Las condiciones son buenas y en el Blue Hole ya nos esperan el resto de apneistas españoles que entrenan desde primera hora para la competición; Antonio Abilleira, Mara Torrealba, Luis Martínez, Miquel Clavero, Oscar López, Nauzet, mi primo Alex Lozano y siempre con el apoyo de Anna Taverna, esta vez en la distancia.
Todo está preparado, el contrapeso listo, los jueces, el médico, los apneistas de seguridad y el cámara subacuático. Sigo mi rutina, me pongo el traje en el mar, concentrado y visualizando la bajada y con ciertos toques de nerviosismo, aun que por lo general me encuentro tranquilo. Sé que lo puedo hacer.
Cuando mi reflejo de inmersión es fuerte, después de un período de entrenamiento constante, no necesito mucho calentamiento. Hago una bajada a 20 metros para comprobar que la compensación es buena y para asegurarme que puedo hacer una apnea larga.
Ya estoy listo, empieza la cuenta atrás. Oigo los jueces en un estado semi- lúcido, sé que todos están apoyándome, pero me centro en mis respiraciones. Largas y profundas, bajando el diafragma.
Estoy en -30 metros y me siento cómodo, aquí empieza una caída libre de más de un minuto y medio.
Es uno de los mejores momentos de la bajada, relajación total, concentración absoluta en la compensación, si fallo en la compensación tendré que dar la vuelta.
Me dejo llevar, fundirme con el medio, no luchar con la presión y sentir el abrazo de la profundidad, hasta que el plato de profundidad me despierte.
He llegado, tengo el testigo de -100 en mis manos y he podido compensar abajo, pero sé que ahora viene la parte complicada, estoy tranquilo, pensamiento positivo, trato de ralentizar mis movimiento pero seguir un movimiento constante.
Ya no sé ni cuanto tiempo llevo aleteando, aun que esta vez no se me ha hecho tan largo como en otras ocasiones y me encuentro a mi apneista de seguridad, Mike Wells, a -30 metros.
Oigo sus sonidos que me avisan de su presencia, me dan ánimos y da confianza saber que ya queda menos.
Últimas aleteadas, mis piernas están ardiendo, pero de aire aún estoy bien.
Ya quedan los últimos metros, los más peligrosos para un apneista, pues por la perdida de presión y la bajada de la presión parcial del oxígeno en sangre podría ocurrir el síncope.
Esta vez no, salgo a la superficie, primeras bocanadas de aire fresco y 15 segundos para realizar el protocolo de validación.
El silencio se rompe con el grupo de españoles que hacen esta victoria suya, pues sin todos ellos no hubiera sido posible, es un logro de todos y un impulso a la apnea española y a sus deportistas.
Este viaje a los -100 ha sido el más corto de mi vida, un viaje interno, un viaje increíble.
Dos días después afronto la competición con mucha calma y con la seguridad que ya había logrado mi objetivo.
Tres pruebas, tres victorias, 90 metros en peso constante, 60 metros sin aletas y 90 metros en inmersión libre. Parecen las medidas perfectas.
Primero en la clasificación individual y primeros por equipos, junto a Santiago Jakas y Carolina González.